martes, 22 de mayo de 2012

Caín, ¿Dónde está tu hermano?


Por Roberto Figueroa
“¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?” Génesis 4, 9
El capítulo 4 del libro del Génesis inicia con el nacimiento de los dos primeros hijos de Adán y Eva: Caín y Abel.

Caín era agricultor y Abel era pastor. Caín vivía cabizbajo y molesto porque su ofrenda no era tan agradable a Dios como la de su hermano. Por eso Dios le dijo: “¿por qué te enfureces? ¿por qué andas cabizbajo? Si obraras bien, llevarías bien alta la cabeza; pero si obras mal, el pecado acecha a tu puerta y te acosa, aunque tú puedes vencerlo”. Gn 4, 5-7.
La molestia de Caín no tenía fundamento ya que no era ni por Dios ni por Abel lo que hacía que sus cosechas no fueran bien retribuidas en bendiciones. Fue Caín quien tomó la decisión de ser mezquino en su ofrenda a Dios y por lo mismo el fruto obtenido siempre fue pobre; su corazón nunca se desapegó de los malos sentimientos.
Todo lo malo que le sucedía a Caín no era por lo que estaba fuera de él sino dentro; por eso permanecía cabizbajo, triste y solo. Esto tiene una explicación, ya que una actitud negativa ante la vida trae como consecuencia lógica resultados negativos; no porque se esté condenado a recibirlos, sino porque uno mismo los atrae y hasta los provoca. La predisposición negativa hace prácticamente imposible un resultado positivo, aunque en el mismo texto dice: “tú puedes vencerlo”. Este texto quiere decir que cada quien puede revertir el mal que nos acecha, pero no está fuera de nosotros el lograrlo, sino dentro.
En una ocasión el Señor Jesús nos enseñó que no es lo de fuera lo que mancha al hombre, sino lo de dentro, porque es del corazón de donde salen las injusticias y toda clase de maldades. Mientras buscamos culpables fuera de nosotros, no nos damos cuenta que el problema y LA SOLUCIÓN, están dentro de nosotros mismos.
Caín quiso “tener a Juan y a las gallinas”, es decir, darle a Dios lo menos posible, con un corazón egoísta y además recibir toda clase de bendiciones y preferencias. Así no funcionan las cosas, ya que Dios actúa a través de nuestra buena disposición y de nuestra generosidad.
No nos preguntemos ¿por qué nos va mal? o ¿por qué Dios la trae contra nosotros?, sino más bien preguntémonos: ¿qué estoy haciendo mal en mi vida?, ¿en qué me estoy equivocando?, ¿qué tanto entusiasmo le pongo a las cosas que emprendo? y ¿qué tan agradecido soy con Dios por todo lo que Él me da?
Creo que otra parte del problema está en lo que hizo Caín: aislarse. El aislamiento le provocó principalmente 2 cosas:
a)      rompió su relación con su hermano y con sus padres haciendo a un lado la necesidad que tenía de la familia o de la comunidad.
b)      Permitió que lo consumiera el odio, el rencor, la envidia y la avaricia. Toda la vorágine de malos pensamientos dentro de sí mismo, hizo en él un nudo que no fue capaz de desenredar. Todo esto lo consumió y no tuvo otra forma de acabar con SUS PROBLEMAS que matando a su hermano.
Pero, ¿acabaron los problemas para Caín? Definitivamente que no, puesto que sus cosechas fueron las mismas y nunca pudo sentirse privilegiado o protegido, porque el conflicto siguió dentro de él.
Después de la muerte de su hermano y cuando la sangre de Abel clamó hasta el cielo, Dios apareció y le preguntó a Caín: “¿Dónde está tu hermano?”, esto lo preguntó porque lo que hizo fue abominable y totalmente detestable para Dios.
Me gustaría pensar que este pasaje sólo sucedió hace miles de años, al inicio de la creación del hombre. Lamentablemente no es así. En nuestros tiempos, en nuestro País, en nuestras ciudades y en nuestros barrios, Caín sigue matando a sus hermanos. En el mismo día en que escribí este artículo, escuché dos ráfagas de balazos: el nuevo Caín matando a sus hermanos y creo que sus motivos no son tan distintos a los del original, al primogénito de Adán y Eva.
El deseo de poder, de riquezas mal habidas, las pasiones desordenadas, el odio, la envidia y el malentendido deseo de SER ALGUIEN EN ESTE MUNDO ha llevado a Caín a secuestrar, a torturar y a matar a sus hermanos, pensando en que, al acabar con ellos dejará de estar cabizbajo, triste, solitario y vacío.
El pecado sigue acosando el corazón del nuevo Caín (de todos los que están en las calles haciendo el mal), y aunque puede vencer este pecado, cada vez más extendido, parece que no lo desea. Pero así como la sangre del primer Abel clamó al cielo, la sangre del nuevo Abel (de aquellos que se les ha privado de su libertad y de la misma vida) sigue clamando hasta el cielo, no para pedir la venganza divina, porque Dios no es vengativo, sino para pedir Su Presencia estrujante que una vez más le pregunte con poder: “Caín, ¿qué has hecho con tu hermano?”. No queremos un nuevo destierro, como sucedió con el original, sino que destierren sus sentimientos de odio, maldad, vacío y sed de violencia y matanza.
Por eso, hoy me dirijo a ti, Caín, que huyes de la justicia, que haces el mal y ofendes a tus hermanos:
Caín: estás dejando a muchas mujeres viudas, a muchos niños huérfanos, estás destruyendo hogares donde antes reinaba la paz y la alegría. No es justo que tomes venganza con la gente inocente porque tuviste un pasado duro, difícil y de maltratos.
Caín: estás dejando a muchos bebés, niños, hombres y mujeres sin el sustento diario, muriéndose de hambre y sin trabajo.
Caín, estás sembrando discordia donde había paz,  temor donde existía la confianza y  tristeza donde había alegría y amor.
Caín: si todavía tienes un corazón que late en tu interior, escucha ahí a dentro al Dios que te habla y te busca. Recuerda que el pecado te acosa y puedes vencerlo: deja, arroja lejos de ti el arma con la que secuestras y matas a tu hermano Abel.
Caín: si crees en Dios…. ESCÚCHALO, porque Él, hoy te está preguntando: “¿qué has hecho con tu hermano?” Recuerda que no todo se acaba aquí y si la “justicia” de este mundo no te alcanza, hay Otra JUSTICIA, como dice Jesús, a la que deberías de temer, y que SÍ TE ALCANZARÁ.
Narcotraficante, Secuestrador, Zeta, Asesino…. Por favor no invoques el sagrado nombre de la Siempre Virgen, Santa María de Guadalupe, ni pidas la intercesión de san Judas Tadeo para que te proteja en el mal que haces, porque estás ofendiendo la fe sagrada de la Iglesia. Ten por cierto que en eso NO TE AYUDARÁN.
Mucho menos te arropes en lo que llamas Santa Muerte, porque además de ser una gran mentira, es un escudo que no te dará protección, porque metido en lo que andas lo que encontrarás será precisamente la Muerte y no muy santa que digamos.
ABANDÓNATE AL SEÑOR JESÚS, SIGUE SU EVANGELIO DE AMOR, DE CONVERSIÓN Y DE PAZ. ÉL ES LA RESPUESTA PARA TI.  “¡HAZ LA PRUEBA Y VERÁS QUÉ BUENO ES EL SEÑOR!”
Todos queremos la PAZ, LA FRATERNIDAD Y UN MUNDO MEJOR….HAZLO POSIBLE, HAGÁMOSLO POSIBLE JUNTOS, está en tus manos… Y EN NUESTRAS MANOS.
Que Dios nos bendiga a todos y nos dé su paz

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